domingo, 26 de abril de 2009

Visita a Kortrijk

Hace unas semanas visitamos Kortrijk. Todo empezó con un: "este finde podíamos hacer algo más que beber cervezas hasta perder el sentido". Este país tiene unos 30.000 km cuadrados, algo así como Galicia. Así que los sitios interesantes "inexplorados" van escaseando, aunque también es cierto que estoy más cerca de probar las 2004 cervezas del Deliriums Tremens que todos los pueblos chulos de este terruño.

No sé muy bien cómo acabé de "coordinador" de la quedada con unas 13 personas y 3 coches. Los que me conocen saben que no soy el típico que se siente cómodo como centro de nada. Encima habíamos quedado el día de los panes y los peces del metro bruseliense o como convertir 2 líneas y medio de Metro en 6 y que no te suban los colores. Así que el caos ya acechaba.

Sin embargo, el caos no llegaría todavía e increiblemente todos llegamos a nuestro punto de encuentro sin más que una baja de última hora y por razones de salud. 12 personas y 3 coches listos para hacernos con uno de los terrenos tomados por los flamencos pero con más influencia francófona por eso de estar al lado de la frontera Francesa. Nos dividimos en 3 grupos y partimos tomando la solución para los coches del "Hail Mary" (o marica el último en español) frente a "The little ducks" (ir como los patitos, unos detrás de otros). Esto hizo que 2 coches llegaran plácidamente al punto Utah. Sin embargo nosotros guiados por un GPS en griego (pa mi que fue eso) acabamos en Omaha. Para empezar, nada más salirnos de la autopista, la carretera se acababa. Encomendándonos al coche de empresa, decidimos no amilanarnos y "throw straight like Alicante's people" (tirar p'alante como los de Alicante). El paisaje era realmente desolador. Parecíamos en una ciudad que acabase de ser derruida por un bombardeo de la Lutwaffe No quedaba un adoquin sano, hoyos de varios metros de profundidad, las calles desiertas, el silencio era ensordecedor. El GPS nos decía que estabamos a 2 km del centro pero decidimos que no merecía la pena arriesgarnos a pasar a través de ese caos y que una mina anticarro nos alcanzara. Por ello hicimos el resto del camino a pie. 2 kilómetros en los que temíamos que un francotirador de un campanario acabara con nuestra visita o un mal pisotón nos hiciera volar por los aires y más y más alto. Cuando llegamos al punto de encuentro, el resto de tropas, ajenos al infierno por el que habíamos pasado nosotros, nos esperaban plácidamente, comiendo patatas fritas de bolsa y viendo una película de promoción de la ciudad en una tele plana gigante, situada en la plaza mayor. En la pantalla dos personas, a partir de ahora "la de la bici" y "el empanado", visitaban la ciudad por su cuenta para acabar enamorados. Lo primero que hicimos una vez reunidos fue avituallar a las tropas en un restaurante de la misma plaza. Tras la comida, Lin nos abandonó porque tenía compromisos... (me río yo de los ataques relámpago de la Wehrmacht)

Y empezó la visita en si...

Dentro de la ciudad están las impresionantes Torres Broel, con un puente en medio que había sido destruido en todas las guerras que han pasado por Bélgica. En el centro del puente nos encontramos una estatua de San Juan Nepomuceno, del cual conté su historia como un "guía pro" y que vaya usted a saber por qué la gente pensó que me lo estaba inventando. También visitamos la iglesia llamada "LittleScaryThatMakesYouShit of all the saints" ("Miedito que te cagas de todos los santos"). Una iglesia majestuosa decorada con los motivos más tenebrosos, con música de Vangelis sonando de fondo, esculturas de esqueletos alados con guadañas, una cruz de tela hecha de terciopelo roja gigante colgando del techo y una sala donde intuímos que iban a hacer un sacrificio ritual por la cruz tumbada rodeada de sillas que había. Visitarlo con Siesaj en el grupo, un tío de casi 2 metros, delgadito, de tez clara, rapado, vestído totalmente de negro y que en vez de hablar sentencia, no es que ayudara precisamente.

El resto del día visitamos varios parques bastante bonitos que pasaron a nombrarse como "donde la de la bici se paraba a beber", "donde el empanao estaba leyendo", "donde finalmente se enrollaban"... También visitamos dos "Beguinas medievales". Las beguinas eran antiguas comunidades religiosas de vida semi-monástica. Aquello realmente te permitía evadirte y pensar que estabas en la Edad Media y ofrecer unas vistas increibles de la torre de la ciudad en medio de ese precioso escenario. Una de ellas, sin embargo, tenía una exposición moderna de esculturas con mujeres desnudas en el patio. La verdad es que desconcertaba un poco y te hacía pensar que igual la vida no era tan monástica. En esa misma beguina, el "guarda" (a partir de ahora Don Nikon) nos explicó como funcionaban. A continuación se ofreció a hacernos unas fotos de grupo para por último, sacar su cámara y decirnos que si nos podía echar una foto. Pero no hizo solo una, sino que fue encuadrando más y más hasta que se decidió abiertamente a decir: "¿Por que no os apartais todos y me dejais hacer una foto de vuestra amiga?"

Así, poco a poco llegó la hora de dejar el sitio que ya habíamos hecho nuestro. Curiosamente, al final del día, la gente que había ido en los otros coches querían acercarse a ver la zona bombardeada (quizás me he excedido describiéndolo y también lo hice cuando les conté a ellos donde habíamos aparcado, ya que pensaron que eran realmente unas ruinas de la Segunda Guerra Mundial ) Es curioso como los ojos de otra persona te pueden afectar en la forma de ver un sitio. La vuelta a la base fue tranquila y pudimos comprobar que pese a lo profetizado por Nostradamus, Bruselas había sobrevivido al día de los panes y los peces. Yo personalmente no daba un duro.



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